Renault Mégane Coupé
El Renault Mégane Coupé de 2009 está a la venta desde 16.850 € (todos los precios). Es un precio alto en relación a modelos como el Citroën C4 Coupé, el KIA pro_cee'd o elOpel Astra GTC (ficha comparativa de precios).
Es 600 € más costoso que el Mégane Berlina (del cual deriva), a igualdad de equipamiento y motor. Para algunos conductores el Mégane Coupé será preferible al Berlina porque tiene unos asientos delanteros que sujetan más el cuerpo y porque los ajustes de la suspensión son diferentes y le dan mejor tacto de conducción (aunque no tanto como el que tienen otros coches de este tipo, como unVolkswagen Scirocco), especialmente en carreteras de curvas.
En el Mégane Coupé, el diseño de la carrocería ha condicionado su funcionalidad. Lo más desfavorable es la mala visibilidad en tres cuartos trasero; como consecuencia, se sale prácticamente a ciegas de los aparcamientos en batería.
Las plazas traseras son más espaciosas de lo que parece a simple vista, aunque sólo caben bien dos personas de hasta 1,70 m. Si van ocupantes de mayor tamaño su cabeza roza contra el techo y los reposacabezas quedan excesivamente bajos, mal colocados. El acceso a estas plazas está bien resulto porque los asientos delanteros dejan un hueco amplio cuando se echan hacia delante.
Está homologado para cinco ocupantes —aunque atrás no hay anchura para tres—, igual que el Opel Astra GTC y que el KIA pro_cee´d. El Volvo C30 y el Volkswagen Scirocco sólo pueden transportar a cuatro ocupantes (de forma legal).
En la consola no abundan los huecos para despositar objetos. La falta es más notable si está instalado el navegador «Carminat DVD». Este dispositivo se maneja desde un mando colocado entre los asientos, que va en el lugar donde otros Mégane tienen un hueco para depositar objetos (en estaimagen se puede ver, justo por detrás de la palanca de cambios). La guantera es muy grande, y en las plazas delanteras hay unas trampillas de unos tres litros de capacidad (muy cómodas y muy útiles para llevar cosas que no se necesitan mientras se conduce).
El climatizador (opcional en algunas versiones de Mégane Coupé, de serie en otras) es capaz de caldear el habitáculo con gran rapidez (aunque el coche haya permanecido a la intemperie con tiempo muy frío) y sin generar corrientes molestas en el interior. También me ha gustado mucho porque, una vez seleccionada una temperatura, la mantiene perfectamente aunque el ambiente en el exterior cambie mucho. En un viaje por carretera no hizo falta cambiar la temperatura elegida para el interior, aunque la exterior varió en muy pocos kilómetros entre 4 y -15ºC (según el termómetro del coche). El ambiente siempre fue muy seco, con lo cual desconozco si el climatizador también es capaz de mantener los cristales libres de humedad. Tiene tres programas de funcionamiento automáticos: uno suave, otro rápido y el normal (imagen).
En función del nivel de equipamiento, el navegador del Mégane puede ser de dos tipos: con cartografía en CD (asociado al equipamiento «Dynamique») y en DVD (para el equipamiento más completo, «Privilege»). El navegador con CD, el más económico, me ha parecido satisfactorio. La cartografía está muy actualizada y es muy extensa (incluye países que normalmente no están disponibles en muchos navegadores con soporte en CD, como Grecia, Rumania ó Croacia). Su manejo es sencillo.
Los mandos de la consola son un poco pequeños y su manejo obliga a desviar la vista de la carretera. Para evitar este inconveniente, hay que acostumbrarse a la piña de mandos que hay detrás del volante. Desde ahí se pueden manejar, con total comodidad, las principales funciones del teléfono (como consultar la agenda, ver un listado de las últimas llamadas o realizar una llamada), de la radio o del sistema de navegación (como seleccionar una dirección guardada o un punto de interés cercano al vehículo).
Una de las cosas que facilitan mucho el uso cotidiano del Mégane Coupé es la «tarjeta manos libres». Si el coche detecta la cercanía de este mando, al meter la mano entre la puerta y el tirador exterior se desbloquean automáticamente las cerraduras. Cuando el conductor se aleja del coche las cerraduras se bloquean automáticamente. El motor se arranca con un botón (sólo si se pisa el freno o el embrague) sin necesidad de manipular el mando o tarjeta. Realmente no es una tarjeta al uso (no cabe en la cartera), pero me parece un mando mucho más cómodo que el que usan la mayor parte de los fabricantes con sistemas parecidos (que normalmente son grandes y pesados).
El cierre centralizado del coche tiene algún fallo, por ejemplo, cuando se deja una ventanilla abierta no hay ninguna señal que advierta al conductor.
La conexión automática de luces carece de la posibilidad de regular su sensibilidad. No se encienden hasta que prácticamente es de noche: en días muy grises hay que conectar las luces manualmente. No me parece un fallo grave porque todos los Mégane llevan luz de marcha diurna, que consiste en una lámpara que alumbra más que las luces de posición y menos que las de cruce: conviene llevar este sistema siempre conectado porque aumenta la posibilidad de ser visto en condiciones de visibilidad que no sean óptimas.
Nuestra unidad de pruebas tenía los faros opcionales de doble xenón. La iluminación que dan es muy buena, aunque creo que sólo compensa pagar por ellos a aquellos conductores que circulen mucho de noche por vías sin iluminar y donde se pueda ir frecuentemente con la iluminación de carretera conectada. Si se va a circular normalmente sólo con el alumbrado de carretera, hay poca diferencia entre los faros halógenos y los de xenón.
La luz de niebla trasera se puede conectar independientemente de la delantera. Esto viene muy bien, por ejemplo, cuando el coche deja una espesa estela de agua.
Desde el punto de vista de su relación entre prestaciones y consumo, el Mégane Coupé 1.5 dCi de 106 CV da un resultado corriente. No es el que menos gasta, ni el que mayores prestaciones da (un Volkswagen Golf TDI 105 CV es algo más brillante en ambas variables), pero en conjunto es satisfactorio.
En mi recorrido habitual por autovía, a una media de 120 km/h gastó 6,1/100 km. En el mismo recorrido, un Mégane Berlina 1.5 dCi de 86 CV gastó más combustible (6,6 l/100 km). El de 106 CV tiene una sexta marcha de desahogo que permite circular rápido con el motor a bajo régimen, lo que explica que su consumo pueda ser más bajo.
Por otra parte, la diferencia de potencia entre ambos me parece definitiva para circular por carreteras de doble sentido en las que sea necesario adelantar en poco espacio. Por la diferencia de consumo en carretera y de prestaciones, el de 106 CV me parece más recomendable, salvo para quien el precio sea una prioridad o sólo viaje por autopistas fáciles.
Para un uso por ciudad, el inconveniente que veo al Mégane Coupé dCi de 106 CV es que tiene poca fuerza hasta unas 1.600 rpm lo que hace algo lentas ciertas maniobras, como salir desde parado o acelerar desde marchas largas.
Un inconveniente del depósito es que cuando se llena hasta el momento que salta la pistola del surtidor, frecuentemente se derrama algo de combustible. La boca de llenado, sin tapón de rosca, me parece muy cómoda. El indicador de autonomía de combustible vale de poco porque deja de dar información cuando hay combustible para recorrer menos de 80 km.
El Mégane Coupé no es únicamente un Mégane Berlina con una carrocería diferente, sino que tiene una suspensión con una puesta a punto distinta (más información). Para los Mégane Berlina esta suspensión sólo está disponible con los motor más potentes (Tce de 180 CV y 2.0 dCi de 150 ó 160 CV).
Estos ajustes no convierten al Mégane en un deportivo, lo que no es un defecto ni mucho menos, sino una característica. Es un vehículo seguro y que reacciona bien en casi todas circunstancias. En carreteras rápidas tiene una mucha estabilidad lineal y en carreteras de curvas, tiene buen tacto, lo que facilita y hace agradable su conducción.
Como en otros Mégane, la suspensión trabaja muy bien con alguna excepción: en las irregularidades que hay en la ciudad y sacuden fuertemente las ruedas (por ejemplo, en los cambios de asfalto o en los relieves de plástico que sirven para limitar la velocidad), da la sensación de que la suspensión es algo dura, como tuviese poca capacidad de aislar a los ocupantes. Curiosamente, en carretera, a alta velocidad, esta sensación pasa casi desapercibida.
La estabilidad del Mégane Coupé es buena, esté el asfalto en buen o en mal estado; en todo caso, no se aparta de la trayectoria marcada por el volante. Lo que ocurre es que si está fuertemente apoyado en una curva y hay una junta de dilatación, un bache o pavimento descarnado, se puede notar una ligera vibración y ruido procedente de los elementos de la suspensión.
Estas cosas las suele notar más el conductor que los ocupantes, y no dejan una completa sensación de solidez (eso no ocurre en coches más costosos, como un Mercedes-Benz CLC, por nombrar uno de los mejores en en este sentido, quizá el mejor).
El control de estabilidad (y el de tracción) se puede desconectar hasta una velocidad de 40 km/h; hacerlo resulta útil para comenzar la marcha con más facilidad sobre superficies con nieve. Una vez que el coche ha comenzado a rodar, es mucho más fácil mantener el coche en la trayectoria deseada con el control de estabilidad conectado.
Es 600 € más costoso que el Mégane Berlina (del cual deriva), a igualdad de equipamiento y motor. Para algunos conductores el Mégane Coupé será preferible al Berlina porque tiene unos asientos delanteros que sujetan más el cuerpo y porque los ajustes de la suspensión son diferentes y le dan mejor tacto de conducción (aunque no tanto como el que tienen otros coches de este tipo, como unVolkswagen Scirocco), especialmente en carreteras de curvas.
Lo que tiene que ver con la funcionalidad de la carrocería es mucho más desfavorable en el Mégane Coupé que en el Berlina. La visibilidad es muy mala en tres cuartos traseros, el acceso al maletero es reducido y las plazas traseras son pequeñas. Atrás viajarán con suficiente confort dos personas de hasta unos 1,70 m de estatura. Algunos competidores del Mégane Coupé tienen más espacio —tampoco mucho— en sus plazas traseras, como un Opel Astra GTC o un KIA pro_cee´d,
El Mégane Coupé está disponible con cuatro motores de gasolina (110, 131, 140 y 180 CV) y cinco Diesel (86, 106, 131, 150 y 160 CV).
El Mégane Coupé está disponible con cuatro motores de gasolina (110, 131, 140 y 180 CV) y cinco Diesel (86, 106, 131, 150 y 160 CV).
Las cajas de cambio son manuales de cinco o seis velocidades, salvo en los motores 2.0 de 140 CV (cambio automático CVT de variador continuo) y 2.0 dCi de 150 CV (cambio automático de seis relaciones).
Hemos probado en profundidad la variante Diesel de 106 CV de potencia. Este motor no me ha dado tan buena impresión en el Mégane Coupé como en otros modelos de Renault (por ejemplo, en el Clio).
En el Mégane Coupé es ruidoso, especialmente en frío y cuando se acelera desde baja velocidad. En un Peugeot 308 1.6 HDi 110 se nota menos ruido del motor en el habitáculo.
Gasolina | Diesel | ||
1.6 | 110 CV | 1.5 dCi | 86 CV |
1.4 Tce | 131 CV | 1.5 dCi | 106 CV |
2.0 | 140 CV | 1.9 dCi | 131 CV |
2.0 Tce | 180 CV | 2.0 dCi | 150 CV |
2.0 dCi | 160 CV |
Los niveles de equipamiento posibles son tres: «Expression», «Dynamique» y «Privilege». Hay elementos de equipamiento muy interesantes por su buen funcionamiento, como el climatizador, el navegador, la conexión «Bluetooth» para el teléfono o la «tarjeta manos libres» (que es como llama Renault a su sistema de acceso y arranque si llaves). No todos estos elementos los pueden tener todas las versiones del Mégane Coupé.
Como el anterior Mégane de tres puertas, el Coupé lleva un airbag colocado en la banqueta de los asientos delanteros. Renault llama a este sistema «PRC» («Pelvis Restrain Cushion»). Funciona en combinación con los pretensores y limitadores de carga del cinturón de seguridad.
Como el anterior Mégane de tres puertas, el Coupé lleva un airbag colocado en la banqueta de los asientos delanteros. Renault llama a este sistema «PRC» («Pelvis Restrain Cushion»). Funciona en combinación con los pretensores y limitadores de carga del cinturón de seguridad.
Su función es mantener la pelvis de los ocupantes delanteros en una posición adecuada en caso de impacto frontal: trata de limitar la posibilidad de que el cuerpo de los ocupantes pueda pasar por debajo de la banda abdominal del cinturón, algo que puede ocurrir si este sistema de seguridad está mal colocado.
Los asientos delanteros sujetan muy bien el cuerpo, especialmente la zona lumbar. Tienen un relleno blando pero con la firmeza suficiente para que el cuerpo no se vaya hundiendo y moviendo constantemente (que es lo que pasa en algunos asientos malos y blandos). Los reposacabezas pueden quedar muy bien colocados, pues tienen regulación en altura y en profundidad.
En el Mégane Coupé, el diseño de la carrocería ha condicionado su funcionalidad. Lo más desfavorable es la mala visibilidad en tres cuartos trasero; como consecuencia, se sale prácticamente a ciegas de los aparcamientos en batería.
Las plazas traseras son más espaciosas de lo que parece a simple vista, aunque sólo caben bien dos personas de hasta 1,70 m. Si van ocupantes de mayor tamaño su cabeza roza contra el techo y los reposacabezas quedan excesivamente bajos, mal colocados. El acceso a estas plazas está bien resulto porque los asientos delanteros dejan un hueco amplio cuando se echan hacia delante.
Está homologado para cinco ocupantes —aunque atrás no hay anchura para tres—, igual que el Opel Astra GTC y que el KIA pro_cee´d. El Volvo C30 y el Volkswagen Scirocco sólo pueden transportar a cuatro ocupantes (de forma legal).
En la consola no abundan los huecos para despositar objetos. La falta es más notable si está instalado el navegador «Carminat DVD». Este dispositivo se maneja desde un mando colocado entre los asientos, que va en el lugar donde otros Mégane tienen un hueco para depositar objetos (en estaimagen se puede ver, justo por detrás de la palanca de cambios). La guantera es muy grande, y en las plazas delanteras hay unas trampillas de unos tres litros de capacidad (muy cómodas y muy útiles para llevar cosas que no se necesitan mientras se conduce).
Consideraciones de algunos elementos de equipamiento
Me ha gustado mucho el funcionamiento de ciertos elementos de equipamiento que montaba nuestra unidad probada, como el climatizador automático y el navegador.El climatizador (opcional en algunas versiones de Mégane Coupé, de serie en otras) es capaz de caldear el habitáculo con gran rapidez (aunque el coche haya permanecido a la intemperie con tiempo muy frío) y sin generar corrientes molestas en el interior. También me ha gustado mucho porque, una vez seleccionada una temperatura, la mantiene perfectamente aunque el ambiente en el exterior cambie mucho. En un viaje por carretera no hizo falta cambiar la temperatura elegida para el interior, aunque la exterior varió en muy pocos kilómetros entre 4 y -15ºC (según el termómetro del coche). El ambiente siempre fue muy seco, con lo cual desconozco si el climatizador también es capaz de mantener los cristales libres de humedad. Tiene tres programas de funcionamiento automáticos: uno suave, otro rápido y el normal (imagen).
En función del nivel de equipamiento, el navegador del Mégane puede ser de dos tipos: con cartografía en CD (asociado al equipamiento «Dynamique») y en DVD (para el equipamiento más completo, «Privilege»). El navegador con CD, el más económico, me ha parecido satisfactorio. La cartografía está muy actualizada y es muy extensa (incluye países que normalmente no están disponibles en muchos navegadores con soporte en CD, como Grecia, Rumania ó Croacia). Su manejo es sencillo.
Los mandos de la consola son un poco pequeños y su manejo obliga a desviar la vista de la carretera. Para evitar este inconveniente, hay que acostumbrarse a la piña de mandos que hay detrás del volante. Desde ahí se pueden manejar, con total comodidad, las principales funciones del teléfono (como consultar la agenda, ver un listado de las últimas llamadas o realizar una llamada), de la radio o del sistema de navegación (como seleccionar una dirección guardada o un punto de interés cercano al vehículo).
Una de las cosas que facilitan mucho el uso cotidiano del Mégane Coupé es la «tarjeta manos libres». Si el coche detecta la cercanía de este mando, al meter la mano entre la puerta y el tirador exterior se desbloquean automáticamente las cerraduras. Cuando el conductor se aleja del coche las cerraduras se bloquean automáticamente. El motor se arranca con un botón (sólo si se pisa el freno o el embrague) sin necesidad de manipular el mando o tarjeta. Realmente no es una tarjeta al uso (no cabe en la cartera), pero me parece un mando mucho más cómodo que el que usan la mayor parte de los fabricantes con sistemas parecidos (que normalmente son grandes y pesados).
El cierre centralizado del coche tiene algún fallo, por ejemplo, cuando se deja una ventanilla abierta no hay ninguna señal que advierta al conductor.
La conexión automática de luces carece de la posibilidad de regular su sensibilidad. No se encienden hasta que prácticamente es de noche: en días muy grises hay que conectar las luces manualmente. No me parece un fallo grave porque todos los Mégane llevan luz de marcha diurna, que consiste en una lámpara que alumbra más que las luces de posición y menos que las de cruce: conviene llevar este sistema siempre conectado porque aumenta la posibilidad de ser visto en condiciones de visibilidad que no sean óptimas.
Nuestra unidad de pruebas tenía los faros opcionales de doble xenón. La iluminación que dan es muy buena, aunque creo que sólo compensa pagar por ellos a aquellos conductores que circulen mucho de noche por vías sin iluminar y donde se pueda ir frecuentemente con la iluminación de carretera conectada. Si se va a circular normalmente sólo con el alumbrado de carretera, hay poca diferencia entre los faros halógenos y los de xenón.
La luz de niebla trasera se puede conectar independientemente de la delantera. Esto viene muy bien, por ejemplo, cuando el coche deja una espesa estela de agua.
Desde el punto de vista de su relación entre prestaciones y consumo, el Mégane Coupé 1.5 dCi de 106 CV da un resultado corriente. No es el que menos gasta, ni el que mayores prestaciones da (un Volkswagen Golf TDI 105 CV es algo más brillante en ambas variables), pero en conjunto es satisfactorio.
En mi recorrido habitual por autovía, a una media de 120 km/h gastó 6,1/100 km. En el mismo recorrido, un Mégane Berlina 1.5 dCi de 86 CV gastó más combustible (6,6 l/100 km). El de 106 CV tiene una sexta marcha de desahogo que permite circular rápido con el motor a bajo régimen, lo que explica que su consumo pueda ser más bajo.
Por otra parte, la diferencia de potencia entre ambos me parece definitiva para circular por carreteras de doble sentido en las que sea necesario adelantar en poco espacio. Por la diferencia de consumo en carretera y de prestaciones, el de 106 CV me parece más recomendable, salvo para quien el precio sea una prioridad o sólo viaje por autopistas fáciles.
Para un uso por ciudad, el inconveniente que veo al Mégane Coupé dCi de 106 CV es que tiene poca fuerza hasta unas 1.600 rpm lo que hace algo lentas ciertas maniobras, como salir desde parado o acelerar desde marchas largas.
Un inconveniente del depósito es que cuando se llena hasta el momento que salta la pistola del surtidor, frecuentemente se derrama algo de combustible. La boca de llenado, sin tapón de rosca, me parece muy cómoda. El indicador de autonomía de combustible vale de poco porque deja de dar información cuando hay combustible para recorrer menos de 80 km.
El Mégane Coupé no es únicamente un Mégane Berlina con una carrocería diferente, sino que tiene una suspensión con una puesta a punto distinta (más información). Para los Mégane Berlina esta suspensión sólo está disponible con los motor más potentes (Tce de 180 CV y 2.0 dCi de 150 ó 160 CV).
Estos ajustes no convierten al Mégane en un deportivo, lo que no es un defecto ni mucho menos, sino una característica. Es un vehículo seguro y que reacciona bien en casi todas circunstancias. En carreteras rápidas tiene una mucha estabilidad lineal y en carreteras de curvas, tiene buen tacto, lo que facilita y hace agradable su conducción.
Como en otros Mégane, la suspensión trabaja muy bien con alguna excepción: en las irregularidades que hay en la ciudad y sacuden fuertemente las ruedas (por ejemplo, en los cambios de asfalto o en los relieves de plástico que sirven para limitar la velocidad), da la sensación de que la suspensión es algo dura, como tuviese poca capacidad de aislar a los ocupantes. Curiosamente, en carretera, a alta velocidad, esta sensación pasa casi desapercibida.
La estabilidad del Mégane Coupé es buena, esté el asfalto en buen o en mal estado; en todo caso, no se aparta de la trayectoria marcada por el volante. Lo que ocurre es que si está fuertemente apoyado en una curva y hay una junta de dilatación, un bache o pavimento descarnado, se puede notar una ligera vibración y ruido procedente de los elementos de la suspensión.
Estas cosas las suele notar más el conductor que los ocupantes, y no dejan una completa sensación de solidez (eso no ocurre en coches más costosos, como un Mercedes-Benz CLC, por nombrar uno de los mejores en en este sentido, quizá el mejor).
El control de estabilidad (y el de tracción) se puede desconectar hasta una velocidad de 40 km/h; hacerlo resulta útil para comenzar la marcha con más facilidad sobre superficies con nieve. Una vez que el coche ha comenzado a rodar, es mucho más fácil mantener el coche en la trayectoria deseada con el control de estabilidad conectado.
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